Para los de mi generación, el
asunto de los jabones para el aseo personal fue por años cuestión de una barra
de color y aroma suave en una cajita en la ducha o a un lado del lavamanos. Desde hace tiempo, las estrategias de mercadeo nos han
puesto a dudar de su eficiencia y el jabón líquido parece estar ganando cada
vez más adeptos.
En esta publicación espero develar algunos “cuentos urbanos” y
poner en la palestra hechos confirmados en el laboratorio para que puedan
elegir entre jabón líquido o la clásica barra.