Es cada vez más frecuente ver en la calle a profesionales de todas las edades llevando su comida al lugar de trabajo.
Las razones pueden ser muy variadas…están los que
quieren ahorrar, otros llevan su comida pues están sujetos a un régimen
especial de alimentación y por salud no pueden comer en la calle y mis
favoritos, los que practican una alimentación consciente y entienden el valor
de elegir las alternativas que le funcionan a la hora de comer.
Sea cual sea tu razón,
mantener el hábito de llevar la lonchera a la oficina todos los días requiere
voluntad y dedicación, en especial cuando decides que la práctica sea por
tiempo indefinido pues ya no es una simple dieta para bajar unos kilos de más,
sino un estilo de vida más amigable con tu cuerpo y mente.
A continuación, te comparto algunas recomendaciones para hacer de esta decisión un hábito que se mantenga en el tiempo:
Plantea metas a corto plazo: Así podrás celebrar tus propios logros
y sentirte con más ánimo para progresar. Con esto me refiero a que si no estás
habituado a llevar la lonchera a la oficina, inicies la planificación para llevarla dos o tres días
la primera semana y aumentar progresivamente hasta llegar a la semana completa. Esto te dará espacio amable para acostumbrarte al nuevo ritmo de empacar diariamente, explorar
si te resulta más cómodo en las mañanas o en las noches, reconocer cuáles
comidas te resultan apetecibles en el medio portátil, pues una de las principales razones por las que la mayoría abandona el hábito de empacar sus alimentos y llevarlos al lugar de trabajo, es que quieren llevar en la
lonchera el almuerzo tradicional y no siempre luce tan apetitoso en la vianda.
Planifica el menú de la semana: Para algunas personas funciona seguirlo
al pie de la letra y para otras funciona como una guía de lo que se puede
incluir o no cada día, pero sin obligatorio cumplimiento. Lo importante es que
puedas explorar qué es lo que mejor funciona para ti. Al principio solía pegar
el menú en la nevera y cada noche armaba lo que me correspondía comer al otro
día, ahora soy más relajada y siempre tengo algo en mi nevera que se ajusta a
lo que me funciona. Vale la pena practicar la flexibilidad y la compasión
cuando se están haciendo cambios en el plan de alimentación, pues el cuerpo
debe adaptarse a las nuevas porciones, sabores y los ritmos…así que dale sin
prisa pero sin pausa!
En cuanto al menú de
la lonchera, debo confesar que hace rato dejé de intentar reproducir el
almuerzo casero y tradicional en la vianda pues no sólo me resulta poco
atractivo sino también muy sensible al deterioro. Para muchos el sólo hecho de
tener que comer recalentado ya es una razón para abandonar la lonchera, sin
embargo, ¿quien dijo que tenías que recalentar siempre? Hay muchas opciones que
se comen frías y que resultan no sólo deliciosas y nutritivas sino también
mucho más seguras frente al deterioro (que por cierto puede causar severas
enfermedades). Te recomiendo ampliamente abrir tu portafolio de opciones y
probar con recetas amigables con la
lonchera que abundan en las redes.
Arma tu equipo: Con
esto me refiero a todos los implementos necesarios para que la lonchera sea digna de un
experto. Trata de adquirir recipientes de buena calidad, libres de BPA, aptospara microondas (para cuando necesites recalentar) elije el material que mejor
se adapte a tus necesidades (vidrio o plástico). Usa una lonchera de material
aislante y compra dos o tres piezas de “hielo químico” para que mantengas a
temperatura adecuada tu lonchera a donde quiera que vayas. Si en tu oficina hay
nevera, recuerda guardar sólo los recipientes (recuerda identificarlos bien
para evitar accidentes) y lleva siempre que puedas un mantel y un buen juego de
cubiertos. Si está a tu alcance, come en un plato, eso hará de tu almuerzo una
ocasión especial y te ayudará a mejorar tu percepción de la comida.
Es casi inevitable que en las primeras de cambio te conviertas en el “extraterrestre” de la oficina, especialmente si solías salir a “pescar” el almuerzo en los restaurantes cercanos a la oficina. El “chalequeo” estará a la orden del día, así que prepárate para ser el centro de atención por un buen tiempo. Si el “extra” de atención te perturba, convérsalo con ellos, evita que las emociones negativas nublen tu camino de alimentación consciente.
Empoderate y respira: Un método eficaz para
combatir las emociones que pueden nublar tu meta, es armar un grupo de amigos
que estén en tu misma sintonía. Quizás ya exista, así que sólo basta con unirse
a ellos y comenzar a compartir anécdotas, recetas, experiencias y temas
relacionados con hábitos saludables. Las redes sociales (las reales, no las
virtuales) tienden a potenciar (o a opacar) tus logros, así que búscate una
“tribu” que se parezca a tu nuevo
estilo de vida.
Cuando la voluntad se
tambalee, evoca lo bien que te sientes desde que estas atendiendo plenamente tu
alimentación, recuerda cuánto peso has perdido, trae a tu mente las razones por
las que tomaste la decisión de hacer ajustes en tu estilo de alimentación y por
sobretodo, trátate con amabilidad, los reproches déjalos para después,
concéntrate en lo realmente importante: TU.
Escucha las
señales de tu cuerpo: muchos de los cambios que tendrás que aplicar para armar
diariamente tu lonchera pasan por ajustar las porciones de lo que vas a comer.
Para quienes están reduciendo el tamaño de las porciones, vale la pena estar
atentos con los posibles cambios de humor o la aparición de algunos síntomas de
ansiedad que pueden perturbar tu paz. Como las porciones pueden parecer más
pequeñas en los envases, presta atención al momento de armar la vianda y evita
hacerlo cuando estas muy cansado, en ese momento, tu cerebro puede confundir cansancio
con hambre y jugarte una mala pasada, haciéndote servir más de lo necesario. Es
preferible hacerlo entonces en la mañana después de descansar, así tenemos la
mente más dispuesta a aceptar los cambios propuestos.
Si quieres iniciar a tu equipo de trabajo en la movida de Alimentación Consciente en la oficina, Escríbeme y desde ya te doy la bienvenida a mi tribu CocinaSegura!
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