Luego del diagnóstico, la
familia de un paciente con celiaquía siente definitivamente un gran alivio…
Saber que hay una “razón” para las numerosas visitas a la emergencia puede
resultar una buena noticia hasta que toca ir al supermercado.
Un paciente con intolerancia al
gluten debe someterse de por vida a un régimen especial de alimentación, que
implica una dieta de exclusión de todo alimento que contenga Trigo, Avena,
Centeno y Cebada (TACC). Eso implica que pan, pasta, galletas y tortas quedan
fuera de los artículos permitidos, sin embargo, son muchos más los alimentos
que pueden contener uno o varios de estos cereales en su formulación, en
especial aquellos alimentos “procesados”.
Una salchicha puede contener
gluten y la harina de maíz precocida puede contenerlo también ya que en la
mayoría de las planta procesadoras se manipulan algunos productos con harina de
trigo y la contaminación cruzada es un riesgo inminente que ningún paciente puede
dejar pasar.
De igual forma, comer fuera del entorno “seguro” del hogar representa otra razón para hacer de la dieta
libre de gluten un tema difícil de manejar. Asumir la postura inquisidora con el
mesonero y con el chef puede ser una verdadera molestia, pues lamentablemente
ellos no saben el riesgo que implica comer unos pocos gramos de trigo. Si el producto es frito,
hay que pedir que cambien el aceite, pues el aceite usado puede contener trazas
de TACC y si la receta lleva alguna salsa, hay
que preguntar qué se utilizó para espesarla.
Es así como la familia recién
diagnosticada enfrenta los nuevos retos de la dieta libre de gluten. Las salidas a
comer quedan limitadas (por no decir que prohibidas) y cuando se va al
supermercado se encuentran con una escasa oferta de productos aptos cuestan más del doble que su par con gluten. Un paquete de pasta sin gluten puede costar 3
veces más que un paquete de pasta de sémola. Así pasa con un paquete de
galletas y hasta con el pan.
¿Y por qué son tan caros los
productos Gluten Free?
Hay dos grandes razones para que
esto sea así. La primera, es que mucha de la materia prima que se emplea en la
elaboración de los productos, es importada. En este particular creo que es
obvio que el precio de los ingredientes se traslada al precio de venta y
lamentablemente no todas las
familias con régimen especial pueden pagarlo. Por otro lado, los
poquísimos productos que se consiguen a nivel nacional son importados y al no
existir una política pública que apoye a los consumidores de esta dieta
especial, los productos se valoran por encima del cambio oficial.
La segunda razón por la que los
productos sin gluten son tan costosos se basa en la ley de la Oferta y la demanda que rige el mercado. Son tan
pocas las empresas que producen alimentos sin gluten y es tan reducida la
demanda de estos productos (debido al importante número de casos
subdiagnosticados), que el mercado ofrece muy poco espacio para una “saludable”
competencia de precios.
Los precios de los productos
libres de gluten son elevados (con respecto a los presentados por sus pares que
contienen esta proteína), debido a la poca oferta que existe de los mismos.
Esta limitación en la oferta viene determinada en gran medida por los retornos
que obtienen las empresas al producir estos bienes. Efectivamente, el pequeño
tamaño del mercado para estos productos hace que la rentabilidad de generarlos
sea menor a la de producir otros bienes con mayor demanda, lo que se convierte
en una falta de estimulo para invertir en la elaboración de estos productos.
Esto hace que los factores productivos se destinen a la producción de otros
bienes y por consiguiente en que la oferta de productos sin gluten sea muy
limitada.
De igual forma, para quienes han
decidido invertir en esta industria, los volúmenes de producción son tan
reducidos, que la capacidad para reinvertir y ampliar sus líneas es realmente
limitada, cayendo en un circulo vicioso que poco beneficia al consumidor final.
En conclusión, los precios son
altos porque la oferta es limitada para satisfacer la demanda de los
consumidores Gluten Free. La oferta es limitada en parte por la falta de
información, por la poca demanda y por las dificultades para adquirir materia
prima a precios competitivos.
En gran parte de nuestra región
no hay estadísticas que contabilicen el tamaño del mercado de régimen especial
y esto representa una gran incertidumbre para quienes tienen el deseo de
incursionar en este mercado. Esa es la razón por la que quienes se atreven a
invertir, son familiares directos de pacientes con la condición, quienes saber
de primera mano cuánto cuesta vivir con una dieta Gluten Free. Para quienes ya
están en el mercado alimentario y desean incursionar desarrollando productos
para este segmento la barrera de entrada es muy alta pues implica invertir en
maquinarias y utensilios exclusivos para el manejo de estos productos, escenario
que los estimula muy poco, aunado al conocimiento que deben adquirir para el
manejo responsable de estas nuevas líneas de producción.
Nos falta mucho para decir que
la mesa esta servida, pero no me desanimo y cada lunes dedico este espacio para
que usted conozca un poco más de este mundo del régimen especial y se
entusiasme tanto como yo. Hasta la próxima!!!
Ni que hablar cuando tambien hay restricciones de lacteos, alli se complica aun mas lo de los costos, como en el caso de las personas que siguen la dieta sin gluten y sin caseina.
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