Aún así, todavía algunas personas que se mantiene excépticas, por lo que en este artículo espero poder compartir algunas evidencias que te ayudarán a contrastar informacion y explicar por qué el tamaño del cuerpo no es un buen indicador de salud.
Nadie tiene derecho a juzgar a alguien en función del tamaño de su cuerpo.
No siempre resulta simple conocer el estado de salud de una persona cuando la vemos, sin embargo, las personas con cuerpos grandes reciben la mayor parte de los consejos no calificados y no deseados, como consecuencia del prejuicio y el claro sesgo que impera en nuestra sociedad.
En 2003 la Asociación para la Diversidad de Tamaño y la Salud (ASDAH) desarrolló el concepto de Salud en todas las tallas (HAES® por sus siglas en inglés) para cambiar el foco del manejo de peso a la promoción de la salud. La principal intención de HAES® es apoyar mejores conductas de salud para personas de todas las tallas, sin utilizar el peso como mediador; la pérdida de peso puede o no ser un efecto secundario.
De acuerdo con Lindo Bacon medicx y autorx de varios textos y publicaciones científicas "Perdimos la guerra contra la obesidad. La lucha contra la grasa no ha hecho que la grasa desaparezca. Y ser más delgado, incluso si supiéramos cómo lograrlo con éxito, no necesariamente nos hará más saludables o más felices ”.
Una actitud más saludable sobre tu cuerpo comienza desde adentro.
Y aunque la conversación puede haber ganado atención, sigue latente la preocupación de que este paradigma enfocado en el peso no solo es ineficaz en producir cuerpos más delgados y más sanos, sino también dañino, generando estrés y trastornos asociados a una preocupación innecesaria por la comida, ciclos repetidos de pérdida y recuperación de peso, menor autoestima, trastornos alimentarios y otros riesgos para la salud.
La evidencia de estudios clínicos donde se compara el abordaje tradicional (perdida de peso para mejorar la salud) con el abordaje de HAES® indica que este último se asocia con mejorías estadísticamente representativas en medidas fisiológicas (p.ej. tensión arterial, lípidos en sangre), conductas en salud (p.ej. actividad física, patología de trastornos alimentarios) y desenlaces psicosociales (p.ej. estado de ánimo, autoestima, imagen corporal).
Asimismo, los investigadores han demostrado formas en que el prejuicio con respecto al peso interfieren con el razonamiento científico robusto, es decir, que con tan sólo mirar el tamaño del cuerpo del paciente, algunos especialistas emiten justifican y prescriben la pérdida de peso como determinante de salud. ¿Cuantas veces una visita al ginecólogo se convirtió en una invitación a bajar de peso por ejemplo?
Por otra parte, existe un patrón consistente en la literatura epidemiológica que ha sido denominado la “paradoja de la obesidad” que parece ir, a primera vista, en contra de la intuición y en la que la obesidad se asocia con mayor supervivencia en muchas enfermedades, por ejemplo, las personas con sobrepeso con diabetes tipo 2, hipertensión, enfermedad cardiovascular, y enfermedad renal crónica, tienen todas mayor longevidad que personas más delgadas con estas condiciones. Adicionalmente, los adultos mayores obesos viven más que los adultos mayores delgados
De hecho, los estudios epidemiológicos rara vez reconocen factores como la condición física, la actividad, el consumo de nutrientes, los innumerables ciclos de pérdida y aumento de peso o nivel socioeconómico, al considerar las conexiones entre el peso y la enfermedad y claramente lo están. Esta “omisión” cambia completamente el canora y la apreciación que hemos aprendido en torno a la relación dudosamente “causal” entre el peso y las enfermedades y desde el punto de vista de la justicia social, todos tienen derecho a buscar la salud tanto o tan poco como quieran, aunque se le confiera un valor moral.
¿Cómo exploramos entonces todos los estudios que han avalado e inspirado todas las políticas publicas y el razonamiento científico de la perdida de peso?
Las investigaciones indican que la fluctuación en el peso (tipico del efecto yo-yo de las dietas) se asocia con peores desenlaces cardiovasculares y mayor riesgo de mortalidad y estos ciclo son muy frecuentes en las personas de cuerpos grandes. Por otro lado, los ciclos de pérdida y aumento de peso resultan en mayor inflamación y mayor carga alostática, ambos fenómenos asociados con el incremento en el riesgo para muchas enfermedades.
¿Cómo cambiamos exactamente la narrativa y comenzamos a corregir el "error" y hacer “menos daño”?
Podemos comenzar cambiando el enfoque y evaluando nuestros sesgos y puntos ciegos en torno al tema, cambiando a quien eliges escuchar, leer y seguir en las redes sociales.
Dejar de seguir las cuentas que promueven la cultura de la dieta, dejar de leer libros que refuerzan los estándares sociales de belleza y llenar tu mente de mensajes positivos para el cuerpo y de promoción del amor propio.
También podemos alentar la aceptación corporal y la diversidad en los tamaños y formas y presionar para que en las políticas públicas coexistan el autocuidado, la disminución del estigma y soluciones para todos.
Si este enfoque resuena para ti y quieres comenzar a sanar tu relación con la comida y con tu cuerpo, estoy a tu servicio a través de mis sesiones de Food Coaching en modalidad online. Agendemos una sesión a través del correo: hola@cocinasegura.com
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