En el Día Mundial de la Lucha contra la Depresión quiero dedicar este espacio con hallazgos que sin pretender sustituir la opinión de su médico tratante, tienen todo el rigor científico para generar nuevos espacios para acompañar (te) si estas caminando la solitaria ruta de la depresión.
La evidencia disponible de estudios observacionales sugiere que las dietas ricas en alimentos de origen vegetal, leguminosas, cereales enteros y proteínas magras, incluyendo peces, estan asociadas con un menor riesgo de depresión, mientras que los patrones dietéticos que incluyen más alimentos procesados y productos azucarados están asociados con un mayor riesgo de depresión, el estudio SMILES lo confirma con todo el rigor científico y aquí les cuento detalles de este hallazgo reciente.
La evidencia disponible de estudios observacionales sugiere que las dietas ricas en alimentos de origen vegetal, leguminosas, cereales enteros y proteínas magras, incluyendo peces, estan asociadas con un menor riesgo de depresión, mientras que los patrones dietéticos que incluyen más alimentos procesados y productos azucarados están asociados con un mayor riesgo de depresión, el estudio SMILES lo confirma con todo el rigor científico y aquí les cuento detalles de este hallazgo reciente.
Cerca del 10% de la
populación mundial está afectada por depresión o ansiedad.
De
acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud la depresión es un
trastorno mental que afecta a personas de todas edades, condiciones sociales y
en todos los países. El riesgo de padecer depresión se agrava por factores como
la pobreza, el desempleo y/o acontecimientos vitales como la muerte de un ser
querido o la ruptura de una relación, una enfermedad física y problemas
causados por el uso de alcohol o drogas.
La
depresión causa angustia y puede impactar la capacidad de las personas para
llevar a cabo actividades cotidianas, que puede tener consecuencias graves en
sus relaciones con familiares y amigos.
Puede
que le sorprenda saber que un estudio con rigor científico que demuestre que la
alimentación tienen efectos positivos sobre el tratamiento de la depresión, nunca
se había hecho, especialmente porque con certeza ha leído decenas de titulares
proclamando que las dietas más sanas disminuyen el riesgo de depresión.
Durante
los últimos siete años, el equipo de la Prof. Jacka (Deakin University,
Australia) publicó numerosos estudios epidemiológicos (basados en encuestas)
que sugieren que las personas que reportan practicar una dieta poco saludable
tienen más probabilidades de estar deprimidas.
Sin embargo, ya que estos
estudios se basaron en cuestionarios y no eran experimentos reales, no tenían
el poder de probar que las dietas no saludables causan depresión, y tampoco podían
demostrar que las dietas saludables podrían tratar la depresión.
Éstas
eran simplemente conjeturas que aún no habían sido probadas en el mundo real…
hasta ahora!
Utilizando
un diseño de ensayos controlados aleatorios (ECA), el estudio se centró en
evaluar la eficacia de un programa dietético para el tratamiento de episodios
depresivos mayores. En este ensayo, aplicaron la prueba Supporting the Modification of lifestyle In Lowered
Emotional States
(SMILES), con la siguiente hipótesis:
“El apoyo dietético estructurado, centrado en mejorar la calidad de la dieta utilizando como base una dieta mediterránea modificada, podría ser superior al apoyo social de la dieta saludable sobre la gravedad de los síntomas de la depresión”
“El apoyo dietético estructurado, centrado en mejorar la calidad de la dieta utilizando como base una dieta mediterránea modificada, podría ser superior al apoyo social de la dieta saludable sobre la gravedad de los síntomas de la depresión”
El
estudio tuvo una duración de 12 semanas con pacientes reclutados durante un
período de 3 años, mayores de 18 años y que cumplieran satisfactoriamente los
criterios diagnósticos del Diagnóstico y el Manual Estadístico de los
Trastornos Mentales (4ª ed., DSM-IV-TR) para un episodio depresivo mayor a 18
en la escala de clasificación de la depresión de Montgomery-Åsberg y con una
valoración de 75 o menos en una herramienta de detección dietética (DST) para
confirmar la calidad de la dieta "pobre", antes del estudio.
Los
participantes tuvieron que informar sobre una ingesta baja de fibra dietética,
proteínas magras y frutas y vegetales así como un alto consumo de dulces,
carnes procesadas y “chucherías”. Si los participantes estaban en terapia
antidepresiva o sometidos a psicoterapia, era un requisito indispensable que el
tratamiento hubiese sido prescrito al menos durante al menos 2 semanas antes de
iniciar el estudio. Los participantes tuvieron que estar disponibles durante un
período de 12 semanas y tener la capacidad de comer alimentos según lo
prescrito, sin factores religiosos, médicos, socioculturales o políticos que
impidieran la participación o la adhesión a la dieta.
Los
participantes fueron asignados al azar para recibir apoyo dietético estructurado
o apoyo social.
La
intervención dietética incluyó un asesoramiento dietético personalizado y apoyo
nutricional, incluyendo entrevistas motivacionales, fijación de metas y adiestramiento
en mindfulness, por parte de un nutricionista
clínico con el fin de apoyar la adhesión óptima a la dieta recomendada en
concordancia con las recomendaciones previamente publicadas por el equipo, para
la prevención de la depresión.
El
objetivo principal fue aumentar la calidad de la dieta apoyando el consumo de
los siguientes 12 grupos de alimentos clave (porciones recomendadas entre
paréntesis):
Cereales
integrales (5-8 porciones al día)
Vegetales
(6 por día)
Frutas
(3 por día)
Leguminosas
(3-4 por semana)
Lácteos
bajos en grasa y sin azúcar (2-3 por día)
Nueces
crudas y sin sal (1 por día)
Pescado
(al menos 2 por semana)
Carnes
rojas magra (3-4 por semana)
Pollo
(2-3 por semana)
Huevos
(hasta 6 por semana)
Aceite
de oliva (3 cucharadas por día)
Asimismo,
las recomendaciones incluyeron la reducción de la ingesta de alimentos extras,
como dulces, cereales refinados, alimentos fritos, comida rápida, carnes
procesadas y bebidas azucaradas (no más de 3 por semana). El consumo de vino
tinto o blanco más de 2 bebidas estándar por día y todos las demás bebidas
alcohólicas se incluyeron dentro del grupo de alimentos "extras".
La
composición de la dieta Mediterránea Modificada fue la siguiente: proteína 18%
de la energía total; Grasa 40%; Carbohidratos 37%; Alcohol 2%; Fibra / otros 3%.
La dieta fue diseñada para ser fácil de seguir, sostenible, apetecible y saciante.
Se aconsejó a los individuos que consumieran la dieta ad libitum, ya que la intervención no tenía un enfoque de pérdida
de peso.
Los
resultados
El grupo con “apoyo dietético” demostró
una mejoría significativamente mayor en las puntuaciones MADRS entre la línea
de base y la semana 12 comparado con el grupo de control con “apoyo social”. De
igual forma, demostró una mejora significativamente mayor en la subescala de
depresión de la Escala de Ansiedad y Depresión(HADS).
Por
su parte, los pacientes del grupo con “apoyo dietético” adoptaron
permanentemente el plan de alimentación sugerido por el estudio, básicamente
por ser muy poco restrictivo, realista y fácil de manejar.
Confieso
que cuando leí acerca de estos resultados me sentí plenamente feliz y muy
conmovida. En general el estudio demuestra que el cerebro humano se impacta de
maneras aún desconocidas a través de lo que comemos, y eso me lleva a pensar en
¿cuantos de los que me leen por aquí están trabajando en mejorar sus hábitos de
alimentación no sólo a manera preventiva, sino como un estilo de vida?
Estoy
convencida que una dieta saludable puede en muchos casos reducir o eliminar la
necesidad de medicamentos recetados.
Del
estudio se concluye que la dieta Mediterránea modificada es claramente superior
a una dieta estándar que incluye comida chatarra, alimentos procesados y
carbohidratos refinados. De igual forma demostró ser asequible y manejable en
el mundo real!
Comience
hoy mismo a cambiar el rumbo de su vida y hágase cargo de los come! Su cerebro,
su metabolismo y todo su cuerpo serán más felices y saludables. Hasta la
próxima!
Este artículo fue publicado por primera vez en la Revista Bienmesabe
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