Hace algunos días tuve la
inmensa fortuna de compartir varias horas de conversación con un personaje que
cambió la manera de apreciar la cocina caraqueña: Don Armando Scannone.
Recordaba Don Armando aquellos
tiempos cuando en Caracas se comía a base de un “menú” compuesto por sopa, seco
y postre, tal y como está construido su famoso libro amarillo “Menús de MI
COCINA a la manera de Caracas” con
52 opciones para el deleite de los paladares más exigentes.
A propósito de su más reciente
libro “Mi Lonchera”, hablamos de los nuevos hábitos de alimentación del
venezolano, en especial del caraqueño, quien ha tenido que sustituir la comida
en familia por una vianda y un menú bien restringido, ya que el tráfico y los
horarios de trabajo le hacen complicado regresar para almorzar.
Hablamos de cómo muchos salen de
sus casas sin desayunar y comienzan la jornada de trabajo si acaso, con un café
negro en el estómago. Así está creciendo esta generación, sin valorar la
importancia de romper el ayuno prolongado de la noche. En sus recorridos para
documentarse y tener material para desarrollar su libro, pudo ver lo mal que
está comiendo la gente, por el apuro de llevar “lo que sea” en esa lonchera de
todos los días.
“El venezolano se ha restringido
a 18 platos y de allí no sale” dice Scannone.
Quedó sorprendido cuando le
comenté que hay cada vez más niños que deben llevar la “doble” lonchera, con
desayuno y almuerzo pues la mayoría de los chamos de hoy, comen fuera de casa.
Se sintió afligido y me preguntó cuándo se come en familia? Quedé sin
respuesta, pues la verdad es que ya poco se acostumbra entre semana, en
especial en aquellas familias donde papá y mamá tienen que trabajar para poder
mantener el hogar y pagar las cuentas.
Estuvimos de acuerdo en que a
pesar de las incomodidades que la lonchera pueda generar, es parte de nuestro
día a día y lo mejor que podemos hacer es prepararla con cariño.
Conversamos don Armando y yo
acerca de la estética de los platos y de lo complicado que puede llegar a ser
comer en un recipiente plástico de esos que usamos a diario… no podía faltar el
valor nutricional de cada una de las opciones que presenta en su libro y de lo
complejo que resultó llegar a un compromiso entre sano y sabroso, pero para Don
Armando lo más importante es el “placer de comer”, una condición imprescindible
que según su experiencia, comienza con la planificación y construcción del
menú, redefiniendo entonces la manera en la que llevamos la comida a nuestro
lugar de trabajo.
De esta forma, te invito a mirar
la lonchera desde otra perspectiva, distinta al gastado recipiente de plástico
y al pollo con arroz. Si te toca llevar lonchera a tu trabajo, disfruta
preparando opciones deliciosas para ti y tu familia…hasta la próxima!
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