La fruta "fea" también alimenta

Nuestra preferencia por la belleza es un sesgo cognitivo que afecta a todos los ámbitos de nuestra vida. A propósito de impacto que tiene nuestra percepción a la hora de comprar -frutas y vegetales- decidí indagar por qué no nos gustan las frutas y los vegetales "feos" pues este es uno de los factores que promueve la pérdida y el desperdicio alimentario. 


En un estudio de 2014 publicado en la revista Appetite, Debra Zellner, profesora de Psicología en la Universidad Estatal de Montclair en Nueva Jersey, trabajó con el Instituto Culinario de América para servir a los participantes dos comidas preparadas por reputados chefs. Los platos eran exactamente iguales, salvo en la presentación visual. 


Los participantes dijeron que les gustaba más la comida que estaba emplatada de forma atractiva, y que incluso les parecía más sabrosa.


Es un hecho, Los científicos han descubierto que si miras una bonita obra de arte o algo terriblemente asqueroso, se activa la corteza insular anterior del cerebro. 


Este hallazgo ha llevado a los expertos a sugerir que el procesamiento estético simplemente es la forma en la que nuestro cerebro trata de evaluar si lo que está viendo es bueno o malo para la persona… muy al estilo de nuestro saludable “instinto de preservación”


En tal sentido, parece que nuestro cerebro hace lo mejor que puede para tratar de alejarnos de las frutas deformes porque implican algún tipo de peligro… o al menos eso es lo que el cree.


No obstante, muchas de estas formas poco agraciadas son el producto de una polinización ineficiente, de la presencia de insectos durante el crecimiento del fruto,  deficiencias minerales que sólo afectan el crecimiento de la planta, cambios bruscos en el clima, entre otros. Y de acuerdo a los investigadores, “Ninguna alteración en la forma podría provocar problemas de salud a las personas” así lo afirma Marvin Pritts, profesor de Horticultura en la Universidad Cornell.


Dado que las frutas y verduras deformes no son nocivas como lo es la comida descompuesta, resulta muy improbable que la aversión hacia los alimentos de aspecto singular sea una adaptación evolutiva, y según afirma Debra Zellner, probablemente sea más bien “algo aprendido”.


Aprendimos del estándar del supermercado, hemos aprendido que un mango debe lucir como la foto de la publicidad y sobre ese estándar comparamos lo que vemos en el exhibidor, así vamos clasificando e incluso, el mayorista nos adelanta la tarea, y coloca en los estantes las más parecidas a ese estándar visual.


La buena noticia, es que podemos re-entrenar nuestro cerebro ahora que sabemos que estas frutas y vegetales nos bonitos" no representan un riesgo para la salud. 


Si a esto le sumamos nuestro interés por disminuir el desperdicio de alimentos y preservar el medioambiente, podemos promover movimientos que nos ayuden a hacer que cada vez más personas aprendan a elegir bajo otros criterios, sus frutas y vegetales, pues las menos agraciadas, también son nutritivas!


En algunos países se han producidos campañas educativas con muy buenos resultados, incluso con un incentivo económico que motiva a los consumidores a elegir las menos bonitas. Parece que las frutas feas están en su mejor momento! ¿Usted qué opina?


La invitación queda abierta, ahora que sabe que más de 1300 millones de alimentos se desperdician por incumplir es estándar estético


¿Te anima a re-educar a su cerebro y a sus costumbre al momento de comprar?


 Gracias de antemano por sumarte a esta incitativa! El medioambiente y los miles de voluntarios que predicamos este tema estaremos eternamente agradecidoxs!


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