Ante los retos
que representa preparar y empacar un lonchera saludable y deliciosa, la bebida
que acompaña el menú suele quedar relegado a un segundo plano y “resolver” con
algún jugo de frutas, natural o empacado.
Queda claro
que ante las opciones de bebidas gaseosas o los jugos procesados, los jugos
naturales pueden parecer una alternativa más adecuada, no obstante, pueden
contener tanta azúcar como un refresco y el aporte de vitaminas y antioxidantes
es casi despreciable, comparado con lo que aporta la fruta entera.
Aunado a esto,
la mayoría de los padres tienen el sentido del “gusto” entrenado para sabores
muy intensos, por lo suelen agregar más azúcar a las bebidas de sus hijos y ellos se estrenan con estos sabores intensos que después es muy difícil modelar.
En general cuando
nuestros niños comen la fruta entera, necesitan un esfuerzo considerable para
masticar y tragarlos. El azúcar contenida en las frutas se encuentra entre las
estructuras fibrosas, por lo que se requiere otro esfuerzo (gasto de calorías)
para descomponerlas lentamente durante la digestión y disponer de ella.
¿Alguna vez se
has fijado en cuántas porciones de fruta necesitas para hacer un simple vaso de
jugo? Si no sabes la respuesta te invito a verificarlo la próxima vez que lo
prepares.
La verdad es
que para preparar un vaso de jugo (incluso uno para tus pequeños) se necesitan
varias porciones de una misma fruta, superando por tres y hasta por cuatro, las
raciones recomendadas por día.
El hígado es
el único órgano que puede metabolizar la fructosa en cantidades significativas.
Cuando comemos la fruta entera, la fibra retarda la disponibilidad de azúcar en
el torrente sanguíneo, enviándola al hígado lentamente y en pequeñas cantidades, sin
sobrecargarlo. En contraste, cuando se bebe un gran vaso de jugo (preparado con varias porciones de
fruta) en un lapso muy corto de tiempo, una gran cantidad de azúcar se absorbe
y se envía al hígado muy rápidamente, al igual que cuando se bebe una bebida muy
azucarada.
Un
vaso de jugo de naranja tiene alrededor de 8 cucharadas de azúcar y al menos el
50% del azúcar es fructosa. Lo mismo ocurre con una lata refresco que contiene
aproximadamente 10 cucharadas de azúcar. Así que, un vaso de jugo de naranja golpea su sistema con 25 gramos de fructosa,
que es más de lo que debería consumir durante todo el día.
Cuando el
cuerpo no la necesita, el hígado convierte esta azúcar (calorías) en
triglicéridos y los almacena como grasa, lo que significa que cualquier tipo de
azúcar - natural o añadido - aumenta los niveles de triglicéridos si usted
consume demasiadas calorías. Al ingerir una cantidad importante de azúcar, el
nivel de glucosa en sangre se
eleva, por lo que su cerebro también estimula la producción de insulina,
forzando al Páncreas a trabajar más de la cuenta.
En lugar de un
jugo, mi recomendación es que coma la fruta entera. De esa manera, tendrá
disponible toda la fibra, antioxidantes, vitaminas y minerales que se
encuentran naturalmente en ellas y como tienen un efecto saciante, le aseguro
que no comerá más de lo necesario.
A la hora de elegir la fruta es importante que realice los ajustes necesarios en función de la edad. Para los más pequeños será imprescindible la asistencia de un adulto, así que es la maestra o su auxiliar las indicadas. Si encuentra resistencia, lo invito a postularse como ayudante a esa hora de la comida y así puede colaborar con la posibilidad de incluir frutas a la merienda de sus pequeños en edad escolar.
En la cantina escolar también podemos sugerir ligeros cambios que ahorrarán tiempo y dinero. En tal sentido, vale la pena sugerir a los encargados de la cantina la presencia de frutas enteras o picadas en las horas de receso para que los chicos tengan oportunidad de consumirlas. Vamos a romper paradigmas y seguro encontraremos resistencia, eso es normal. Con gentileza y paciencia podremos lograr un cambio importante en los patrones de consumo a edad temprana y estaremos formando una generación más saludable.
Si queremos resultados distintos, necesitamos realizar acciones distintas a las acostumbradas, aún cuando eso implique romper con viejas costumbres, muy arraigadas en nuestro estilo de vida. Hasta la próxima!!
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