Creo que no hay nada más triste que ver la angustia
en la cara de unos padres frente al llanto incesante de su hijo, a causa de un
fuerte dolor abdominal, un cuadro de diarrea o ambas. La decepción de una madre
ante la orden del médico de adelantar el destete, el calvario de tener que
probar todas las formulas infantiles hasta dar con la mas “adecuada” son
situaciones cada vez más frecuentes en nuestros días.
Lamentablemente la falta de información y la
necesidad de una “solución” rápida que calme el sufrimiento de los niños –y de
los desesperados padres- impiden el diagnostico adecuado a cada caso. Es así
como muchos casos de Intolerancias alimentarias quedan subdiagnosticadas,
confundidas con Alergias y como consecuencia, la administración de una dieta
adecuada queda fuera de toda consideración.
Una
alergia alimentaria es una respuesta exagerada del sistema inmunológico,
mediada por anticuerpos tipo IgE, por el consumo de un alimento en particular.
Al nacer y hasta aproximadamente los 3 años de
edad, nuestro organismo posee un débil sistema inmunológico que es puesto a
prueba con cada nuevo alimento al que somos expuestos. Después de esa edad, y
si las reacciones ante la exposición a los alimentos sigue siendo adversa, es
posible que estemos frente a una Alergia Alimentaria.
De acuerdo a la World Allergy Organization (2003)
toda aquella reacción no tóxica y producida por la ingesta de alimentos,
mediada por IgE puede ser categorizada como un Alergia Alimentaria.
Los síntomas asociados a las alergias alimentarias
van desde un ligero malestar hasta reacciones potencialmente mortales, que requieren
atención médica inmediata y suelen producirse a pocos minutos después de
ingerir el alimento.
La gravedad e intensidad de los síntomas dependerán
estrictamente de la cantidad del alérgeno ingerido y la sensibilidad de la
persona a tal componente.
Los síntomas pueden ser tan diversos como alérgenos
pueden existir. El más común es la aparición de erupciones en la piel,
enrojecimiento y en algunos casos pequeños edemas. De igual forma, son clásicos
los efectos gastrointestinales como dolor, nauseas, vómitos, y diarrea. Para
algunas personas, los síntomas pueden respiratorios, presentando cuadros de
asma, ardor e inflamación de la garganta. Para otros la manifestación puede ser
ocular, con enrojecimiento y picazón
y en casos severos los síntomas pueden ser cardiovasculares como dolor
en el pecho, arritmias cardiacas y tensión baja por lo que es posible que
algunos puedan perder la conciencia.
La Organización Mundial de la Salud estima que
existen unos 70 alimentos causantes de alergias alimentarias. Entre los más
relevantes se encuentran: Huevos, lácteos, cítricos, frutos del mar y frutos
secos. Los primeros son mas frecuentes entre los niños pequeños y suelen
desaparecer –en la mayoría de los casos- a medida que pasa el tiempo. La
alergia a los frutos del mar suele desarrollarse a edad adulta y éste fenómeno
es lo que hace realmente complejo el tratamiento de esta condición.
La
intolerancia alimentaria es aquella respuesta anómala del organismo frente a
cualquier alimento o aditivo alimentario, en la que no participa el sistema
inmunológico.
También conocida como Hipersensibilidad Alimentaria no alérgica, es la incapacidad de
nuestro sistema digestivo de procesar algunos alimentos y se debe a la
formación de anticuerpos del tipo IgA e IgG, pero no del tipo IgE (Alergia
Alimentaria).
Etiológicamente, presenta
una frecuencia entre 5 y 10 veces superior a la alergia. En este caso, no
existe periodo de latencia, de forma que tras la exposición, se produce una
reacción microtoxicidad de carácter individual cuyas dianas son los linfocitos,
granulocitos y plaquetas de la sangre.
La sintomatología asociada
es de carácter más leve aunque de duración crónica, y agrupa las siguientes
manifestaciones: trastornos gastrointestinales, como dolor y distensión
abdominal, vómitos y diarrea, alteraciones respiratorias, dermatitis y eczemas,
migraña, fatiga crónica y alteraciones reumáticas, así como el fracaso de la
dieta hipocalórica en el tratamiento del sobrepeso.
Las causas de esta condición pueden ser diversas y
ésta es una de las razones por las que resulta complicado emitir un diagnostico
preciso ante los primeros síntomas.
Algunas personas nacen con esta condición,
debido a la ausencia o limitada presencia de algunas enzimas involucradas en el
metabolismo de los alimentos, entre estas condiciones encontramos:
·
Intolerancia
al Gluten (celíaca y no celíaca)
·
Intolerancia
a la Lactosa
Otras condiciones genéticas asociadas a la
intolerancia a los alimentos son el grupo de Errores innatos del
Metabolismo y pueden ser fácilmente detectados con la prueba de punción del
talón o el Screening Neonatal en
bebés de no más de 7 días de nacido. Algunas de estas condiciones son:
·
Fenilcetonurea
·
Intolerancia
a la Fructosa
·
Galactosemia
·
Defectos
de oxidación de las grasas (MCAD)
En algunas ocasiones, aun cuando no se nazca con la
condición se pueden experimentar cuadros de intolerancia alimentaria siendo
adultos. La intolerancia a la lactosa, por ejemplo, se pueden presentar a cualquier
edad, por lo que resulta de vital importancia mantener una alimentación sana y
balanceada, especialmente si hay predisposición genética.
El valor del diagnóstico
Es inquietante el número de
personas que se auto diagnostican basados en la información que les
proporcionan las amistades, familiares o incluso las redes sociales. Lamentablemente,
es un hecho que muchos han experimentado dificultades para llegar a un
diagnóstico acertado y esa fue la motivación de este espacio.
No obstante, es clave
conocer la patología que le aqueja para manejar el tratamiento (si lo amerita)
pues eliminar el o los ingredientes de la dieta en forma permanente puede tener
riesgos colaterales que no veremos sino a largo plazo. La idea es levantar
sospecha y ayudar con el diagnóstico... Nuestro sistema gastrointestinal se
mantiene sano cuando está en equilibrio.
Un celiaco mal
diagnosticado puede estar "matando" su intestino delgado si no cumple
la dieta al 100% y no hay fármacos que detengan este proceso y al ser una condición
autoimmune, se pueden manifestar otras enfermedades asociadas. Un paciente
sensible al gluten no celiaco no tiene ese riesgo pues su condición no es
autoinmune.
Cuando nos referimos a los
lácteos, es preciso conocer si el problema es con la caseína o con lactosa,
pues la primera no sólo se consigue en los derivados lácteos; los caseinatos se
consiguen como espesantes en muchos productos industrializados y gran parte de
ellos no se declaran en la etiqueta. Por eso muchos no logran mejorar jamás, pensando
que su problema era sólo con los lácteos.
Mi invitación es acudir al
especialista e insistir hasta obtener un diagnóstico que le permita mantener su
calidad de vida.
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