Cada investigación aporta más información y muchas de las “verdades” postuladas hace 5 o 10 años atrás, hoy son desafiadas por los nuevos hallazgos, que no sólo responden a estudios aislados, sino también a la respuesta y comportamiento del consumidor.
En el año 2011 se realizó un gran estudio para explorar el tamaño del desperdicio alimentario y resultó que más de 1/3 de los alimentos producidos en el mundo, son desechados en condiciones muy cercanas a la “optima de consumo” la razón? estándares de compra, creencias heredades en el colectivo, prácticas que contribuyen al despilfarro, entre otras más que el informe publicado por la Organización Mundial de la Salud dejaron al descubierto para el asombro de muchos.
Uno de los principales detonante del desperdicio alimentario en los hogares, son las fechas de vencimiento, que se acatan con exactitud suiza (algo que me sorprende del colectivo y que indica que la persuasión funciona)
Aprendimos que después de la fecha recomendada por el fabricante como “Mejor consuma antes de…” o simplemente “Evite consumir después de…” las personas desechan los productos, aún cuando fuese posible que estuvieran en condiciones óptimas para su consumo.
Algunos países manejan dos mensajes dirigidos al consumidor, pero lamentablemente nadie nos enseña qué significan y cómo puedo aprovecharlos a nuestro favor sin poner en riesgo la salud:
FECHA DE CADUCIDAD (vencimiento): Indica al consumidor, cuando un producto deja de ser seguro. Se coloca generalmente en productos perecederos en los que el riesgo microbiológico es incipiente. Esto aplica a productos derivados lácteos, carnes, entre otros.
FECHA DE CONSUMO PREFERENTE: Indica cuando un producto comienza a perder algunas cualidades físicas como el olor y el sabor sin representar un riesgo para la salud. Se coloca generalmente en conservas, enlatados, entre otros.
En ambos casos, el fabricante debe informar cuales son las condiciones apropiadas de almacenamiento y es deber de nosotros como consumidores, acatarlas para garantizar su calidad en el tiempo señalado.
Es posible entonces que un producto pierda cualidades (físicas, químicas y hasta microbiológicas) antes de la fecha de vencimiento y/o de consumo preferente, si no se almacenaron en condiciones apropiadas.
Lamentablemente, las prácticas a la hora de comprar contribuyen a que esto ocurra de manera sistemática. Se compra para acumular, más que para reponer, pues hemos aprendido a mantener una reserva de alimentos envasados… “por si acaso” y si no se incluye una rutina periódica de revisión, estos productos pueden terminar en el fondo de la alacena, haciendo casi imposible su consumo en la fecha adecuada.
Otro asunto clave, son las condiciones de transporte y almacenamiento de estos productos. Como la mayoría tiene un empaque que parece resistir condiciones extremas, muchos frascos y latas son sometidos a condiciones inapropiadas que promueven reacciones internas entre los ingredientes.
Por su parte, la humedad es clave en aquellos productos con envase de papel. Para las latas, cambios bruscos en la temperatura hace la diferencia y los productos envasados en vidrio puede verse afectados por la luz, acelerando la rancidez en algunos alimentos, especialmente los que tienen grasa.
Si tenemos la información completa y confiamos que el producto ha sido transportado y manipulado de forma apropiada, entonces podemos considerar como posible, la opción de comer uno que otro producto después de su fecha de vencimiento. De no ser así, hay un riesgo importante que no hay manera de cuantificar.
Algunos alimentos podrían parecer inalterados…mismo color, misma textura incluso mismo sabor, sin embargo no podría decir lo mismo en términos de inocuidad.
Así, mi recomendación es que ante todo mantenga el orden en su alacena y evite a toda costa que los alimentos no perecederos lleguen a la fecha de vencimiento.
Usted conoce la velocidad de consumo de los productos, si usted detecta que hay alguno que podría llegar a la fecha de caducidad, incluya en el menú de la semana siguiente o proponga un intercambio con algún amigo o familiar que tenga certeza de consumirlo antes que usted, así evitará correr el riesgo de enfermarse a causa de los alimentos y lo más importante, evitará sumarse a la estadística del desperdicio alimentario.
La respuesta a la pregunta que abre este artículo es: DEPENDE ... Depende de las condiciones en las que haya sido almacenado, depende del tipo de alimentos y depende del tipo de consumidor que vaya a ingerirlo... no es igual el riesgo en un adulto que en un niño, no se confíe... piénselo bien antes, evalúe los riesgos y sobre la base de las condiciones, entonces decida.
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