Las interacciones entre
medicamentos y alimentos no se detectan con tanta facilidad como las
interacciones entre unos medicamentos y otros, sin embargo, la probabilidad
que esto ocurra es mucho mayor, ya que los alimentos son, con gran diferencia,
la sustancia que más se asocia con la administración de medicamentos.
En
la práctica, las interacciones entre fármacos y alimentos son pasadas por alto y,
en algunos casos, no son detectadas hasta que ocurren efectos adversos graves. Para
evitar estas interacciones, es importante que los especialistas de la salud dispongan
de suficiente información sobre estas interacciones y así pueda orientar al
paciente en cómo debe tomar sus medicamentos y sus comidas.
De
acuerdo con la literatura reciente, una interacción entre un nutriente y un
alimento puede definirse como:
(A) La modificación de los efectos de los
nutrientes por la administración anterior o simultánea de un medicamento.
(B) La modificación de los efectos de un
medicamento por la administración anterior o simultánea de un nutriente.
En
algunos casos, esta interacción es bidireccional, lo que se traduce en la aparición
de efectos inesperados y, aunque en ocasiones pueda haber algún beneficio, el
término “interacción” generalmente se asocia a un efecto con potencial
relevancia clínica negativa.
A menos que se especifique de otro modo, el
término “ayuno” implica ausencia de comida al menos 1 hora antes y 2 horas
después de administrar el medicamento.
Los
alimentos pueden alterar el comportamiento del medicamento, es decir, alterar
su actividad terapéutica: puede verse aumentada, disminuida, retardada o
incluso cualitativamente alterada. A esto se le conoce como Interacción
Alimento-Medicamento (IAM) y puede incluir tanto los efectos debidos a la
presencia de alimentos en el tracto gastrointestinal, como los efectos específicos
debidos a componentes concretos de los alimentos.
Interacciones
entre medicamentos y alimentos clínicamente relevantes:
Fuente: Inf Ter
Sist Nac Salud 2011; 35: 3-12
Cuando
los medicamentos modifican la utilización normal de los nutrientes y, por
tanto, las consecuencias son de tipo nutricional debido a la administración de
fármacos, tenemos una Interacción Medicamento-Alimento (IMA) y en general, se
anticipan efectos negativos en el casos de tratamientos crónicos o muy
prolongados y en poblaciones en situación de vulnerabilidad.
El
riesgo de aparición de una interacción depende principalmente de las
características de la persona expuesta, incluyendo edad, estado nutricional y
la enfermedad en si misma.
Las
interacciones por alteraciones en el metabolismo son las que con más
frecuencia tienen repercusión clínica. Una dieta rica en proteínas produce una
orina ácida, que aumenta la velocidad de excreción de fármacos, limitando su
permanencia y efectividad. El consumo de alimentos con abundante sal puede dar
lugar a una disminución del efecto farmacológico del Litio, ya que el sodio
facilita la eliminación urinaria de las sales de litio inhibiendo su reabsorción.
Asimismo, la sal puede interactuar con los antihipertensivos, cuya ingesta
conjunta produce un aumento en la presión arterial.
Existen
determinados medicamentos, independientemente de su efecto terapéutico, que tienen
efecto antagónico con las vitaminas. La vitamina E en dosis elevadas (mayores
de 400 UI) y los ácidos grasos omega-3 contenidos en los aceites de pescado
pueden potenciar los efectos de los anticoagulantes, aumentando el riesgo de
sangrado. Por su parte, los anticoagulantes limitan la absorción de Vitamina K
y algunos antibióticos en ocasiones originan pérdida de electrolitos.
Otros
procesos en los que también se altera la ingestión de alimentos son
consecuencia de cambios en gusto y olfato, inducidos por algunos fármacos o la
radioterapia.
Aunque
no puede considerarse al alcohol como un nutriente, las interacciones que se
pueden derivar de la administración de medicamentos y el consumo de alcohol
tienen en muchos casos unas consecuencias especialmente graves sobre los
fármacos que actúan a nivel de estimulación o depresión del sistema nervioso
central (SNC).
Otro
caso particular de las interacciones entre alimentos y medicamentos es el de
la nutrición enteral (mediante sonda) para quienes de acuerdo a las
investigaciones, estas son más frecuentes que en los pacientes alimentados por
vía oral, por lo que deben ser reconocidas y prevenidas para evitar el
deterioro del paciente.
La
incidencia de interacciones entre fármacos y alimentos es mayor en la
población de adultos mayores, debido a su elevado consumo de medicamentos, la
mayor incidencia de incumplimiento y errores de medicación, aunado a que su
estado nutricional con frecuencia no es óptimo.
Finalmente,
debo hacer mención especial a la utilización de alimentos enriquecidos o fortificados
con minerales y vitaminas, pues aún con un buen pronóstico de cara a mantener
la salud del paciente pueden producir interacciones con medicamentos. Entre
estas interacciones, se puede presentar la disminución de la absorción
producida por quelación o adsorción, disminución de la absorción o aumento de
la excreción por cambios en el pH gástrico o urinario que pueden dar lugar a
efectos clínicamente significativos, por lo que es importante tener en cuenta
el mayor potencial de interacciones con este tipo de suplementos.
Los
especialistas de la salud deben estar en la capacidad de aconsejar a sus
pacientes sobre los tiempos más convenientes para la toma del medicamento en
relación con las comidas, de manera que el horario y el tipo de alimentación
favorezca al máximo la consecución del efecto terapéutico o al menos que no
interfiera con este. Asimismo, cuando toma varios medicamentos, debe conocer
cuales puede tomar juntos y cuales debe tomar solos.
Este artículo fue publicado por primera vez en: Revista Bienmesabe
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