Desde hace algunos años se viene
explorando una aparente relación que entre el desmesurado consumo de
endulzantes no calórico (ENC) y la incidencia de enfermedades metabólicas como
la intolerancia a la glucosa, resistencia
a la insulina y diabetes tipo 2.
Recientemente la prestigiosa
revista científica Nature dió a conocer los resultados del estudio desarrollado
por el equipo del Dr. Elinav y sus colaboradores del Instituto de Ciencias
Weizmann (Israel) en el cual concluyen que el consumo “crónico” o por tiempo
prolongado de la mayoría de los ENC, exacerban la intolerancia a la glucosa y
en consecuencia aceleran la aparición de otras patologías metabólicas.
Los ENC fueron introducidos al
mercado hace ya casi un siglo, con el objetivo de proveer de sabor dulce a
algunos alimentos sin el riesgo asociado a las calorías aportadas por sus
equivalentes naturales. El consumo de estos productos se hizo popular
rápidamente gracias a su relativo bajo costo en contraste con los beneficios
que estos aportaban a la salud: reducción de peso, normalización de los niveles
de glucosa en sangre y control de la diabetes tipo 2.
Las enfermedades metabólicas han
sido por años una patología multicausal en las que el sobrepeso y la obesidad encabezan
la lista como causa principal y ambos fenómenos han sido asociados con hábitos
inadecuados de alimentación y sedentarismo. No obstante, para muchos
investigadores estas condiciones parecían ser originadas por algo más allá que
comer grasas saturadas por lo que durante años han intentado dar con una causa
más orgánica y fisiológica. Mucho se habla del componente genético, el estrés,
la falta de movilidad, etc, sin embargo, varios grupos de investigación han
estado sospechando de algo más, algo casi imperceptible a simple vista y que
habita en nuestro propio sistema gastrointestinal: La microflora.
Resulta que el maravilloso
efecto “no calórico” de estos endulzantes se debe a que como el cuerpo no los
reconoce, entonces no los metaboliza como ocurre con los endulzantes naturales
(metabolizados por las enzimas, aumentando el nivel de glucosa en sangre y
estimulando la producción de insulina en el Páncreas) sino que se encuentran
directamente con las baterias que habitan en nuestro sistema gastrointestinal.
Hasta hace muy poco no había podido explicarse lo que sucedía en dicho
encuentro pero con la más alta tecnología este equipo de científicos encontró
que esta población de bacterias se veía seriamente alterada por la ingesta de
los ENC.
Las bacterias que habitan
nuestro sistema tienen diversas responsabilidades en los procesos metabólicos
que ocurren con los alimentos que son ingeridos diariamente, si por alguna
razón esta población se ve afectada (como ocurre con los antibióticos) entonces
el metabolismo de los alimentos así como otras funciones también se verán
afectadas.
Los resultados del estudio en un
grupo de 381 individuos no diabéticos indicaron que aún consumiendo las dosis
permitidas por la FDA de estos ENC existe una correlación positiva entre el
consumo de los ENC y la aparición de diversas patologías asociadas con el
Síndrome Metabólico: Aumento de peso, aumento de la circunferencia abdominal,
incremento en los niveles de glucosa en sangre y de la hemoglobina glicosilada,
así como cambios significativos en la prueba de tolerancia a la glucosa entre
otras.
Es decir, que mientras más
prolongue el consumo de estos ENC, mayor es la probabilidad de manifestar
alguno de estos síntomas, en especial la intolerancia a la glucosa.
Otro hallazgo sorprendente del
equipo de trabajo fue que sin importar el tipo de alimentación o si ya
presentaban síntomas de afecciones metabólicas, la microflora se veía afectada
de la misma forma, por lo que es muy probable que la incorporación de estos ENC
en las dietas prescritas para bajar de peso contribuyeron a la exacerbación de
algunas patologías que agravan el cuadro de algunos pacientes.
En este sentido, los
especialistas son cuidadosos al emitir sus conclusiones, pues como cada
individuo tiene una microflora autóctona y particular, los efectos son
distintos en cada uno de ellos, haciendo complejo un diagnóstico específico
sólo por los cambios en la microflora intestinal.
Aún queda un largo trecho por
recorrer y mientras tanto qué podemos hacer? Volver a lo básico, re-entrenando
nuestro paladar a los sabores naturales sin necesidad de incorporar más dulzor
a las comidas y bebidas. Si ya padece alguna patología como Diabetes o
intolerancia a la glucosa, haga lo propio y disminuya en consumo de estos endulzantes
no calóricos, su cuerpo lo agradecerá. Hasta la próxima.
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